Cada año se detectan aproximadamente 500,000 casos nuevos de cáncer de cuello uterino en todo el mundo. El 80% de estos casos ocurren en los países en desarrollo. En nuestro país el cáncer de cuello uterino representa el cáncer más frecuente en la mujer, sin embargo en Lima Metropolitana el cáncer de cuello uterino ocupa el segundo lugar en incidencia precedido por el cáncer de mama, a diferencia del resto del país donde el cáncer de cuello uterino es más frecuente. Las diferencias en las tazas de incidencia de cáncer de cuello uterino en las diferentes regiones del mundo guardan relación con las diferentes tazas de prevalencia del “virus papiloma humano” o VPH.
Son muchos los factores relacionados con el cáncer de cuello uterino pero el más importante e indispensable pero no suficiente es el VPH. Las mujeres que tiene cáncer de cuello uterino tienen infección por el VPH, pero no todas las mujeres infectadas desarrollan cáncer. El riesgo relativo de la asociación de VPH y cáncer de cuello uterino es superior a 100, cifra muy superior a la asociación de tabaco y cáncer de pulmón o hepatitis B y cáncer de hígado. Otros factores de riesgo relacionados al cáncer de cuello uterino pero de menor importancia son tabaquismo, multiparidad, múltiples parejas sexuales (de la mujer o del varón), uso de anticonceptivos orales, deficiencia de caroteno, infección genital por Herpes Simple, infección por Chlamidae y bajo nivel socioeconómico.
La historia natural de la enfermedad se caracteriza por ser de evolución lenta. Las etapas iniciales se caracterizan por no dar síntomas y en las etapas avanzadas los síntomas son dolor pelviano, sangrado vaginal y flujo vaginal. Cuando la paciente presenta un tumor al examen clínico estamos hablando de una evolución de más de 15 años en promedio. En la primeras etapas de la enfermedad no se ve tumor ni hay síntomas y pasan por las etapas de NIC-1 (displasia leve), NIC-2 (displasia moderada) y NIC-3 (displasia severa y carcinoma in situ), cada una de estas etapas tiene cierto grado de revertir. La displasia leve no requiere tratamiento ya que hasta el 95% de casos revierten espontáneamente en un año, a partir de la displasia moderada se procede a tratamiento excepto a las adolescentes con NIC-2 ya que tiene similar comportamiento al NIC-1.
DR. OSCAR GALDOS KAJATT
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